Todo comenzó con las alarmas en las cuadras, fueron insuficientes, seguimos con los botones antipánico y tampoco, se crearon los frentes de seguridad y si bien generó cierto blindaje en el tema de seguridad barrial con el tiempo ha perdido efectividad por las limitaciones propias presupuestales y de personal de la policía metropolitana.
No era extraño que sectores pudientes de la ciudad pensaran en algún momento en garantizarse su seguridad acudiendo a esquemas privados con patrullajes particulares de empresas que identifican en el miedo la posibilidad de montar un nuevo negocio.
Un sector del Chicó desde hoy dio vía libre a que empresas privadas de seguridad destaquen personal que realizarán vigilancia por cuadras en un sector específico donde se ha identificado el incremento de accionar de bandas delincuenciales.
Así comenzamos a evidenciar una realidad incontrovertible. Cuando no se le da prioridad a la seguridad en el presupuesto, las consecuencias tarde o temprano llegan y Bogotá está llegando a ese estado.
Resulta peligroso que una obligación del estado como es garantizar la vida, honra y bienes de las personas empiece a cuenta gotas a ser asumido por particulares.
Si bien lideres del Chico explican que se trata de un esquema ejercido por monitores de empresas de seguridad que recorrerán zonas del Chicó para verificar tranquilidad y orden en edificios, no resulta difícil pronosticar que pueda caerse en acciones como requisas, capturas que son única y exclusivamente de la policía nacional.
Lo que tratamos hoy evidencia otra realidad y es…Si personas pudientes llegaron a la conclusión que solo con vigilante privados se sienten salgo tranquilos para enfrentar a los delincuentes… ¿Qué pueden sentir en términos de seguridad ciudadanos los habitantes de barrios, no precisamente con recursos disponibles para esos esquemas privados?