El desgaste del Día sin Carro

El desgaste del día sin carro en Bogotá quedó evidenciado cuando su propio creador ambienta la posibilidad de desmontarlo pero a cambio limitar el uso del carro particular todos los días hora y media a mañana y tarde.

El día sin carro resultó en su momento una campaña necesaria de concienciación y experimentación frente a la necesidad de amigarse con otros medios alternativos de transporte, pero sobre su alcance no podemos engañarnos.

Invariablemente en cada jornada de día sin carro surge el reclamo sobre el déficit de alternativas eficientes de transporte público. Dirían algunos que pesa más el no quererse bajar del carro por cuestiones de comodidad pero es un error pensar que esa actitud es solo por la voluntad de la gente. No.

Cómo desconocer que un gran porcentaje de quienes se desplazan en vehículos particulares en horas pico lo hacen forzados por la circunstancia de tener que hacer trayectos largos en una ciudad que no ofrece rutas expeditas para atravesarla de lado a lado. Por eso el reto consideran especialistas en movilidad es ofrecer una alternativa igual de rápida y más económica que generaría un cambio significativo en decisiones sobre cómo transportarse en la ciudad por parte de quienes ahora lo hacen en sus vehículos particulares.

Ahora bien. Si queremos mirar la jornada del día sin carro desde el aporte que se hace a una menor contaminación del medio ambiente, sin duda que es urgente adoptar medidas para lograr una mayor movilidad que contamine menos, evite los trancones y logre recuperar espacio público para peatones.

Sin embargo ¿Se consigue todo eso criminalizando el uso del vehículo particular? ¿Debe descargarse solo sobre los ciudadanos un problema cuya solución no solo depende ellos?

Es incontrovertible que en jornadas como el día sin carro se evidencia que el servicio público de transporte es superado por la cantidad de usuarios que debe atenderse en este día y queda al borde del colapso. Es el momento que con decisión e incluso con valentía la ciudad adopte un plan de movilidad que incluya un mejoramiento sustancial del transporte público. Reto gigantesco si miramos la actualidad de Transmilenio y el SITP.

No descartar lo que parece impopular pero necesario y es la adopción de planes de acceso al centro de la ciudad, porque no obligando a un pago, y enfrentar sin demora el orden del tráfico que al final haga el desplazamiento de los ciudadanos más económico y más rápido.

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